No hay mucho que decir sobre mí: no existo más allá de los silencios dormidos.
Esa es toda la verdad.
Soy un punto en el espacio tan pequeño como negra tiza, inexistente e invisible en un mundo vacio de estrellas. Y no existo porque aun no me invento: sigo sin protagonismos en la historia de mis letras con piel de vida: prefiero el privilegio de existir en la mirada autora.
Un instinto cazador seduce pasos a esa calle sin esquinas, se agrieta una puerta que era mejor no abrir, pero... Nuestra curiosidad nos sumerge y de pronto, estamos dentro ¡Bienvenido!
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